Back to the 90’s.
Reseña teatral de MaríaAlone
Por Gabriela
Aguirre.
El teatro
independiente de la ciudad de Córdoba sigue siendo una mina a cielo abierto de
donde salen piedras preciosas y joyitas relucientes, aunque también algunos
carbones. Es una especie de Caja de Pandora; no porque de allí se liberen todos
los males del mundo -que ya estaban sueltos- sinoporque se erige en espejo
donde mirar reflejados algunos de esos males. Carbones aparte, de las salitas teatrales
independientes, tan pequeñas e inofensivas en apariencia, salen verdaderos
leones a morder el cuello de los entendidos del mundo y,con un poco de suerte, el
correr de esa sangre fresca pueda hacer circular nuevas ideas. En una sala del
viejo Abasto, en el querido Quinto Deva, se presentóMaríaAlone, una fiera salida del seno de la academiadispuesta a
rascar la herida que nos dejó la década de los noventaya dejar que la sangre
fluya.
MaríaAlone es producto de la
investigación realizada por Gabriel Pérez y Cintia Brunetti para el trabajo
final de licenciatura en teatro de la UNC. La investigación toma como motor de
búsqueda diversos procedimientos con el propósito de convertir la década de los
noventa en poesía escénica. Tarea nada fácil. Si poetizar algo tan abstracto y
complejo como una década no es un trabajo sencillo, imaginen hacerlo con una
década tan poco poética.
Los noventa fueron la
cuna de los creadores de MaríaAlone. La
obra muestra ese reconocimiento como una herida enorme. Quienes fuimos niños o adolescentes
en la Argentina de los noventa pensábamos que el mundo era así, tal como se nos
presentaba. Supongo que eso suelen hacer los niños y jóvenes en general.Aprendimosy
recorrimos cada centímetro cuadrado de esa década con el empeño que ponen los
niños por conocer y domar el mundo. Miramos su televisión, nos vestimos con pantalones
de tela de avión, jugamos al paddle, aprendimos que los ricos toman champán
cuando comen pizzay que ser una bebota inocentona y curvada era un ticket al
estrellato. Si queríamos decir que algo estaba bueno decíamos cool. Si le retirábamos la mano a
alguien justo antes de saludarlo decíamos oso.Poníamos
apóstrofe ese después de todos los nombres propios, quedando como un loser si no lohacías. Ante la duda sobre
qué opinar, decíamos que todo era muytoomuch.
Como suele ocurrir con los niños y jóvenes, casi una década despuésentendimos
que otros mundos eran posibles, que otras formas de vivir la vida eran
factibles y nos quedamos petrificados al reconocerlo hostil y superficialdel
escenario que fue nuestra cuna.
Profanando la década
En escena, un
hombre invoca y revive un terrible ícono de los noventa: la adolescente
catamarqueña ultrajada y asesinada por “los hijos del poder” en las puertas de
la década. MaríaAlone escenifica a
María Soledad Morales, le da cuerpo, carne, palabra y hasta opinión. El sacrilegio
de tratar un tema tan tabú es el vértice por el que pivota la obra, una
irreverencia que se va acentuando a medida que la obra avanza. AMaría Soledad
la desfreezan, la usan de títere, de
virgen inmaculada, de muñeca Barbie, de estandarte de la revolución más
derechosa que se pueda pensar. Nota aparte: ¿pueden los fachos creerse
revolucionarios? Recuerdo con espanto ver grupos de chicas portando entalladas
remeras amarillas con el perfil de Macrireemplazando el del Che en su imagen
más universal y con la leyenda “MacriRevolution”.
Entonces supongo que sí.
Mery Alone, the girl from
Catamarca.
En escena,vemos un
personaje, aspirante a revolucionario, mezcla de HughHefner y El Cárlo (ahora que lo pienso, ambos son
equiparables en muchos aspectos)hablando un inglés chabacano, esa segunda lengua
del poder argentino de los noventa. Con el mismo desparpajo, el título de la
obra propone el burdo Alone como
traducción de Soledad. Según sus
propios hacedores, el recorrido de estepersonaje evoca el refrán que dice “dale
poder a un hombre y verás quién es”. Yo prefiero la frase de Los Redondos,
también de los noventa,que dice: “mientras más alto trepa el monito, así es la vida,
el culo más se le ve”. A medida que la obra transcurre,el revolucionariova
monstruizándose, menemizándose, fachizándose. A la par, la escena va perdiendo
su sutil traza del principio para transformarse en un campo minado de objetos. María
Soledad, vestida casi como la imagen de la libertad sin el gorro frigio, es
ultrajada una y otra vez en una escena también mancillada, desbordada. La obra
narra por exceso, por la abundancia de elementos quepueblan el espacio escénico
sin ninguna razón, sin la reglamentaria justificación escénica. Tal vez ése es
otro nuevo sacrilegio; esta vez un sacrilegiocontra cierto tipo de teatro
clásico que dicta que todo objeto tiene que tener su razón narrativa. Hay
objetos multiplicados por doquier, inútiles, ocupando espacio y prefigurando el
consumo neoliberal típico de la década. Pero ojo, no todo es tan noventa. Esta
proliferación no esescéptica ni es vacía, sino que condensa sentidoescénico con
la solidez de quien fue testigo de los hechos. ¿Muerte de los ideales?;¡mis polainas!MaríaAlone está repleta de creencias
ideológicas y posturas políticas. Nada de Generación
X, nada de pastiche posmo nihilista. Es una obra que cita los noventa desde
un anclaje poético profundamente actual. Cita y convoca desde muchas
materialidades. Desfilan canciones, discursos, vestuarios, objetosnoventosos. A
veces son citas completamente reconocibles, a veces solo sospechadas y a veces,
no sabemos a qué, pero convocan. Todo el tiempo reconocemos la escena de MariaAlonecomo parte de nuestra biografía.
Los noventa no se fueron.
De todo lo que pasó
en los noventa, el asesinato de María Soledad Morales pintacabalmente la
ostentación de impunidad que mostrabapor entonces el poder político. Tal vez
por eso,Gabriel Pérez y Cintia Brunetti lo eligieron como un suceso que
condensa. Pero MaríaAlone no es la
historia de Maria Soledad Morales, sino que su caso es el cristal con el que se
mira el pasado y el presente, a la vez que cuestiona nuestra supuesta
superación de la década de los noventa. Es que, digamos la verdad,¿lahemos
superado?
La ficción de MaríaAlonepierde su aire de ensueño lejano
para instalarse con el miedo que dan las posibilidades concretas. Salí de la
obra con un sabor amargo en la boca. No había visto una ventana al pasado sino
un presente posible. En MaríaAlone acechan
los aires de un post-neoliberalismo. Qué desasosiegoproduce saber que este año
electoral un gran número de votantes (cruzo los dedos para que sean minoría)
votarán subirse a un Delorean
amarillo y lustroso queriendo volver alos noventa en formato relowded.
MaríaAlone es la historia de un
dolor hecha por quienes fueron niños testigos de la década, uniendola
profundidad de una heridacon un miedo presente. Reconocer los sucesos de los
noventa es reconocer el mundo que nos configuró, que nos formateó, del que
fuimos parte y con el que todavía trabajamos en terapia anhelando superarlo.
Hay que seguir reconociendo los coletazos de una década que no se fue, sino que
tomó retirada. Y si usted lector piensa que le arruiné la obra contándole gran
parte de lo que pasa, sepa que no es así. Al fin y al cabo el spoiler es también un invento de los
noventa.
Ficha técnica
María Alone
Trabajo
final de la licenciatura en teatro, Facultad de Artes, UNC.
Texto
y actuación: Cintia Andrea Brunetti y Gabriel Andrés Pérez.
Dirección
de actores: Diego Gavarrete.
Asistencia
de dirección: Natalia Buyatti.
Asesores
del Trabajo final: Marcelo Arbach y Carolina Cismondi.
Diseño
de luces: María Belén Carranza Bertarelli.
Diseño
gráfico: Hugo Casas.
Producción
Escénica y Comunicación: Natalia Soliani.